
Para el entonces joven matrimonio ingeniense compuesto por José Hernández y María Isabel Guedes y su hija pequeña, empezó un auténtico calvario de catorce años. Los calmantes que el recetaban a Manolo apenas le hacían efecto y desarrollaba una creciente agresividad que le llevaba a castigar a su madre y a su hermana. Sólo su padre, que tenía que salir todos los días a trabajar, lo dominaba.
Sus padres removieron cielo y tierra para encontrar un lugar donde internar a Manolo, cuya enfermedad se diagnosticaba como irreversible. De todas partes le echaban, porque en todas partes, incluso en el manicomio, golpeaba a lo que se le pusiera por delante. Al final siempre volvía el niño a casa con él el miedo para toda su familia.
Cuando Manolo tenía quince años, su historia salió a la luz pública, concretamente en El Diario de Las Palmas, en su edición del 2 de mayo de 1987. El conocimiento del caso no despertó, en principio, la sensibilidad de los políticos de entonces y los padres tuvieron que seguir tocando en puertas y recibiendo negativa tras negativa. La cosa era bien sencilla: en las Islas Canarias no había por aquellos años ni un sólo centro especializado que pudiera acoger y atender a Manuel Andrés. Se siguió insistiendo a través de los periódicos y, al final, una especie de milagro, puso en el camino de este matrimonio a Marcela Padrón, a la sazón secretaria particular del consejero de Sanidad y Asuntos Sociales Alberto Guanche.
El monstruo.
En las visitas que aquellos días hicimos al domicilio de Pepe, Maruca y Manolo, éste siempre decía que andaba suelto un monstruo, que cambiaba de cara y que se disfrazaba con las de su familia y por eso él tenía que pegarle, exterminarlo. Los ataques eran frecuentes, hasta que la solución llegó desde la capital hispalense.
Un año a fuerza de grandes titulares.
La increíble historia de Manuel Andrés y su familia salió a la luz el 2 de mayo de 1987. El viejo vespertino Diario de Las Palmas dio llamada en primera y dedicó la última página al caso del niño oligofrénico de Ingenio. A partir de ese día, todos los medios informativos isleños se hicieron eco de la noticia. Los políticos no reaccionaron hasta un año más tarde. La cosa era simple: en una Canarias que daba los primeros pasos en su camino autonómico, no habían centros especializados para atender a casos como el de Manuel Andrés.
(c) Adolfo Santana - Canarias7.es
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