El Festival Internacional de Folklore de la Villa de Ingenio se despidió la noche del sábado con el acto de clausura celebrado en el parque Néstor Álamo donde se concentraron alrededor de dos mil personas que pudieron ver de cerca un espectáculo lleno de color y alegría que se conjugaba con el mensaje tradicional que ofrecieron cada uno de los grupos participantes en esta XIII edición.
Durante hora y media el público disfrutó de la cultura tradicional de diez países de cuatro continentes, además de la actuación de la Agrupación Folklórica Los Artesanos de Ingenio, que como embajadora de Canarias interpretó Seguidillas y Malagueñas de Lanzarote.
La nota más emotiva y curiosa la puso un grupo de diez niños y dos monitores procedentes de dos campos de refugiados palestinos, que pasan por primera vez sus vacaciones en Canarias gracias a una iniciativa de la ONG Asociación Paz Ahora, cuando ofrecieron la bandera de su país al grupo compatriota “Haialy” que la hizo ondear en el escenario al término de su actuación.
El espectáculo colorista culminó cuando los representantes de las agrupaciones unieron sus manos, salvando las barreras del lenguaje, las razas o el color, para interpretar el himno del Festival, “Mañanas de mi pueblo”, del compositor ingeniense Blas Sánchez.
Una gran descarga de fuegos artificiales anunció el final de una actividad que ya se despide hasta el año que viene, cumpliendo el objetivo de haberse convertido una vez más en el escaparate de las señas de identidad de los pueblos del mundo.
Durante hora y media el público disfrutó de la cultura tradicional de diez países de cuatro continentes, además de la actuación de la Agrupación Folklórica Los Artesanos de Ingenio, que como embajadora de Canarias interpretó Seguidillas y Malagueñas de Lanzarote.
La nota más emotiva y curiosa la puso un grupo de diez niños y dos monitores procedentes de dos campos de refugiados palestinos, que pasan por primera vez sus vacaciones en Canarias gracias a una iniciativa de la ONG Asociación Paz Ahora, cuando ofrecieron la bandera de su país al grupo compatriota “Haialy” que la hizo ondear en el escenario al término de su actuación.
El espectáculo colorista culminó cuando los representantes de las agrupaciones unieron sus manos, salvando las barreras del lenguaje, las razas o el color, para interpretar el himno del Festival, “Mañanas de mi pueblo”, del compositor ingeniense Blas Sánchez.
Una gran descarga de fuegos artificiales anunció el final de una actividad que ya se despide hasta el año que viene, cumpliendo el objetivo de haberse convertido una vez más en el escaparate de las señas de identidad de los pueblos del mundo.
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