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lunes, 31 de marzo de 2008

MANOLO REGRESA 20 AÑOS DESPUÉS

Manuel Andrés Hernández Guedes fue al nacer un niño precioso, con los ojos inmensamente azules. A todos extrañaba que nunca llorara. A los dos años sufrió su primer ataque epiléptico. Con el paso de los años le diagnosticaron oligofrenia y empezó a ser indiscriminadamente agresivo.

Para el entonces joven matrimonio ingeniense compuesto por José Hernández y María Isabel Guedes y su hija pequeña, empezó un auténtico calvario de catorce años. Los calmantes que el recetaban a Manolo apenas le hacían efecto y desarrollaba una creciente agresividad que le llevaba a castigar a su madre y a su hermana. Sólo su padre, que tenía que salir todos los días a trabajar, lo dominaba.

Sus padres removieron cielo y tierra para encontrar un lugar donde internar a Manolo, cuya enfermedad se diagnosticaba como irreversible. De todas partes le echaban, porque en todas partes, incluso en el manicomio, golpeaba a lo que se le pusiera por delante. Al final siempre volvía el niño a casa con él el miedo para toda su familia.

Cuando Manolo tenía quince años, su historia salió a la luz pública, concretamente en El Diario de Las Palmas, en su edición del 2 de mayo de 1987. El conocimiento del caso no despertó, en principio, la sensibilidad de los políticos de entonces y los padres tuvieron que seguir tocando en puertas y recibiendo negativa tras negativa. La cosa era bien sencilla: en las Islas Canarias no había por aquellos años ni un sólo centro especializado que pudiera acoger y atender a Manuel Andrés. Se siguió insistiendo a través de los periódicos y, al final, una especie de milagro, puso en el camino de este matrimonio a Marcela Padrón, a la sazón secretaria particular del consejero de Sanidad y Asuntos Sociales Alberto Guanche.

El monstruo.

En las visitas que aquellos días hicimos al domicilio de Pepe, Maruca y Manolo, éste siempre decía que andaba suelto un monstruo, que cambiaba de cara y que se disfrazaba con las de su familia y por eso él tenía que pegarle, exterminarlo. Los ataques eran frecuentes, hasta que la solución llegó desde la capital hispalense.

Un año a fuerza de grandes titulares.

La increíble historia de Manuel Andrés y su familia salió a la luz el 2 de mayo de 1987. El viejo vespertino Diario de Las Palmas dio llamada en primera y dedicó la última página al caso del niño oligofrénico de Ingenio. A partir de ese día, todos los medios informativos isleños se hicieron eco de la noticia. Los políticos no reaccionaron hasta un año más tarde. La cosa era simple: en una Canarias que daba los primeros pasos en su camino autonómico, no habían centros especializados para atender a casos como el de Manuel Andrés.

Hoy, veinte años más tarde, existen tres centros en Gran Canaria y a uno de ellos viene Manolo dentro de breves fechas. Sus padres, tras los sufrimientos vividos aquí hasta que el chico tuvo quince años, y la ausencia de otros veinte, se muestran ilusionados con su vuelta. Saben que al principio extrañará muchas cosas que ahora le son familiares en Sevilla, pero esperan que se adapte pronto. El poder verlo todas las semanas, e incluso traerlo a casa, es un milagro.

(c) Adolfo Santana - Canarias7.es

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