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lunes, 10 de marzo de 2008

LOS ANTIGUOS MUROS DE CONTENCIÓN DE CAL Y PIEDRA VIVA DEL BARRANCO LOS AROMEROS

El barranco de los Aromeros, con sus siete kilómetros, fue un importante baluarte en el sector agrícola, frutal y ganadero, desde el siglo XVI hasta el comienzo del XX (1.920), gracias a sus numerosos afluentes y galerías de aguas cristalinas que brotaban en sus riberas, haciéndolo frondoso en su tupida vegetación, que fue aprovechada por los labradores y ganaderos del Carrizal, especialmente los que contribuyeron con la famosa “Casa-Huerta” que perteneció al Señorío de Agüímes.

Entre los años de 1700 y 1850 los lugareños bajo las órdenes de los “terratenientes obispales”, optaron por levantar grandes y anchos muros (entre 80 y 120 centímetros) a base de piedra viva, revestida con arena gruesa, picón fino volcánico y abundante cal al objeto de servir de muro de contención a las frecuentes crecidas del agua en el citado barranco por las lluvias invernales, protegiendo así las escasas zonas terreras de regadío y plantaciones ubicadas en las postrimerías del cauce del citado barranco.

El barranco de Los Aromeros, se formó en el tercero y último ciclo magmático de su plataforma costera de la Comarca del Sureste de Gran Canaria, dentro de la Era Cuaternaria (entre diez mil y un millón de años), asimismo posee materias geológicas-formativas que es desconocidas en la mayor parte de nuestros barrancos isleños y que daremos puntual información en otro escrito cronológico. De sus riquezas acuíferas y agrícolas causó la natural satisfacción de los numerosos obispos que pernoctaron, durante siglos en la hoy reestructurada “Casa del Obispo” en Carrizal, constituyendo la cercana huerta, una autentica despensa con sus verduras y frutales durante casi tres siglos.

En la actualidad esta semi-desértica zona, protegida por sus humedades, conserva millares de plantas autóctonas, tales como las tabaibas, veroles, balos, tuneras y otras plantas endémicas, aparte de cañaverales, pinos-cipreses y palmeras, donde ofrece a la vista de los isleños y millares de turistas que nos visitan a través de sus itinerarios, esplendidas vistas panorámicas, con ocasión de la apertura de la circunvalación Carrizal-Ingenio-Agüímes. La perdida de sus ricos afluentes y manantiales de aguas y del 90% de su vegetación, fueron debidas a las extracciones masivas de su rico elemento por la abertura de innumerables pozos que fueron sacadas por las grandes maquinarias-diésel, donde posteriormente se fueron secando poco a poco, no solo éste vergel del barranco de los Aromeros, sino también de su otro cercano barranco de Guayadeque.

Los inventos del hombre para el progreso a principios del pasado siglo XX, para beneficios de aguatenientes y terratenientes, dejaron en estos dos barrancos las huellas de las canalizaciones, embalses-estanques, paredes y murallas y tierras de labranzas completamente desnudas, incluido numerosas casas-máquinas, en estado de abandono, y ahora para colmo de males, escasea de las entrañas de la tierra, la valiosas aguas subterráneas y en la superficie las aguas de lluvias, excepto la de las altas tecnologías con las aguas desaladas y depuradas ¡vivir para ver!

(c) Antonio Estupiñán Sánchez - RevistaTara.com

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