Nicolasita Guedes González, la que fuera, abuela de Ingenio y Gran Canaria a los 106 años, falleció en el año 1.994, fue una de aquellas mujeres que arrimaron el hombro en la construcción de la Iglesia de Candelaria.Quedé admirado por la vitalidad y lucidez mental al contarnos lo acontecido entre el siglo XIX y XX. Nicolasita Guedes en referencia al templo de la Candelaria, nos dijo emocionada… “Una parte de la Iglesia de la Candelaria me pertenece, porque junto a mi esposo Manuel Artiles, ayudamos con grandes esfuerzo y sacrificio a la construcción de la Iglesia…!mire cristiano¡…yo arrimé el hombro muchas veces…cargando piedras, tierras y cal, en una ocasión, se derrumbó una parte de la Iglesia y tuvimos que revolver piedras sobre piedras para sacar a dos vecinos que fallecieron sepultados, fueron unos momentos amargos, pero a pesar de todo, los vecinos seguimos construyendo nuestra Iglesia hasta el final..”
De verdad de que daba gusto escuchar a Nicolasita con aquellos relatos históricos de su etapa de su juventud y los primeros años de casada, a comienzos del pasado siglo XX (1.900 – 1.920), ella conservó siempre la fortaleza y vitalidad que asombraron a propios y extraños, sobre todo por su gran memoria. La mayor parte de su vida la dedicó a calar en los telares de artesanía, ella nos afirmó que…por cada remiendo que hacía cobraba…¡tres perras chicas!. De tantos años en fijar la vista, al envejecer sus facultades visuales fueron nulas. En su juventud hizo trabajos muy duros como el partir..”chinas” con un escoplo y un martillo pedrero de cuyas piedras vivas, una vez partidas, se vendían para el arreglo de calles y carreteras, porque en ésa época no existía maquinaria.
Nicolasita nos contó que en la guerra de 1.914, se pasó mucha hambre, pero que salían adelante comiendo algarrobas, chochos y sopas de leche de cabra, ella hizo referencia a un tío suyo, pastor de Pajonales donde muchas veces le daba queso y leche y de vez en cuando un cabrito ó una cordero para…espantar el hambre. Nicolasita tuvo una curiosa anécdota que cambió su vida, “En 1.904, yo con 16 años, tenía un novio, pero asomó por allí un tal Manuel Artiles Rodríguez (el que fuera su esposo) y me pidió que le cosiera un botón de la chaqueta….¡p’a que fue aquello! de golpe nos enamoramos y al mes nos casamos...”.
Nuestra abuela Nicolasita fue una auténtica canariona que gozaba de nuestra comida canaria, destacando el potaje de coles con carne cochino (la carne se conservaba en barricas saladas), también le gustaba el café con gofio, los higos pasados, pejínes, támaras y los tunos con gofio. Era amante del sancochos y el mojo bien picón y como hecho singular, tanto de mañana y por las noches, consumía su buena escudilla de leche bien “jalá” de gofio.
Nicolasita fué una mujer con una salud de hierro y con gran apetito hasta los últimos días de su larga vida, que asombró a los médicos que la visitaron, nunca estuvo enferma, salvo de algún catarro, y aolo cuando tenía cerca de 100 años fue internada en la Clínica de la Paloma, aquejada de una hemorragia nasal, al ponerle las primeras inyecciones se enojó porque no sabía lo que eran.
Nicolasita fue muy devota y nos dijo que la fe en Dios le hizo sentirse siempre muy protegida y con muchas ganas de seguir adelante. El entonces párroco de Ntra. Sra. de Candelaria (1.993) José Alemán Álamo, acudía con frecuencia a su casa a confesarla y darles la Comunión.
Nicolasita falleció el año 1.994, a los 106 años de edad, dejando una extensa familia de 112 miembros: 7 hijos, 42 nietos, 52 bisnietos y 11 tataranietos de (cuatro generaciones), una mujer valerosa, y sobre todo trabajadora, que contribuyó con su granito de arena en la construcción de la Iglesia de Ntra. Sra. de Candelaria que este año cumple su primer centenario.
© Antonio Estupiñán Sánchez – RevistaTara.com
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